Comer es uno de los grandes placeres de la vida, disfrutar
de buena compañía otro. Combinarlo es un arte. Quizás los fines de semana
cuando tenemos más tiempo para disfrutar hacerlo, es más fácil. La propuesta de
hoy ni nos hace desayunar ni tampoco almorzar, nos vamos de brunch. Término
anglosajón con el que se denomina a una comida larga que abarca las dos
mencionadas anteriormente y que se suele realizar casi con la mañana echada en
el que se combina lo dulce y lo salado. Y lo hacemos en el Hotel Mencey.
De fondo suena un arpa, en las diferentes islas encontramos
una surtida oferta gastronómica. De un lado los embutidos, el jamón ibérico y
una amplia representación de que quesos. De otra una zona fría en el que se
combina las ensaladas, los mariscos y las carnes asadas. Al fondo, la tentación
de los golosos con pequeña pastelería, flanes, mousse…pero los ojos se nos van
a una enorme fuente de chocolate a sus pies una amplia variedad de frutas. En
la terraza nos esperan los arroces y una parrillada. Todo ello elaborado con
productos de la tierra y elevando a la máxima expresión la cocina tradicional
canaria con una nueva visión moderna y elegante.
Con las viandas en la mesa y buena conversación se saborea mejor, todo regado con vinos
canarios. Una oferta culinaria elaborada por el equipo de cocina dirigido por
el chef Juan Carlos Clemente.
Un domingo diferente en el que saborear de la mesa y la
sobremesa. De poco en poco, charlando, compartiendo momentos inolvidables que a
mi hija y a mí, en este caso, nos elevaron muy cerquita del cielo.
En familia o con amigos, un pequeño capricho con el que
hacer del domingo un día diferente, disfrutando de los rincones de un hotel tan
emblemático como es el Mencey.
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